CENICIENTA
Acompañan
los lamentos
a tu
nostalgia cuando llora,
que no se
conocían en los tiempos
en los que fuiste soñadora.
Sigues
enamorada
del galán de
tus cuentos,
que a su
fiesta fuiste invitada
en sorprendente momento.
Es Gabriel
su nombre,
y su nombre
tu calvario,
se te olvidó
la costumbre
de
conquistarlo a diario.
Aun doblan
las campanas
por tus
pajaritos muertos,
y tu vida no se engalana
sin el galán
de tus cuentos.
No escuches
a la ilusión,
ya no eres
cenicienta,
ni hay
zapato en el salón,
ni tu
príncipe te frecuenta,
y no te
mandó razón
para que no
encontraras su puerta.