PENITENCIA
DE FERNANDO
Al amanecer de sus noches
a los sábados les da la gana
recordarle los reproches
de cuando no era su barba cana.
Con la autoestima sobre la acera
y entregado como una diana,
corre su nostalgia placentera
como la carcoma en la madera.
Tanto tiempo malherido
y agachadas las orejas
¡aún le vienen a cuento alaridos
por dormirse entre dos cejas!
En el bar de la ausencia
Fernando siente placeres,
le devuelven la existencia
y lo levantan de los laureles.
Desde su viejo rincón
y recordando los amoríos
presenta el alcohol la función
de sus nuevos desvaríos.
Balbuceando marcha a casa
aguantando como puede,
y preguntando ¿Qué os pasa?
a los arboles y a las paredes.
Los domingos por la tarde
de su “muerte” se despierta,
con el sueño en la quimera
y la amargura en su puerta.
a los sábados les da la gana
recordarle los reproches
de cuando no era su barba cana.
Con la autoestima sobre la acera
y entregado como una diana,
corre su nostalgia placentera
como la carcoma en la madera.
Tanto tiempo malherido
y agachadas las orejas
¡aún le vienen a cuento alaridos
por dormirse entre dos cejas!
En el bar de la ausencia
Fernando siente placeres,
le devuelven la existencia
y lo levantan de los laureles.
Desde su viejo rincón
y recordando los amoríos
presenta el alcohol la función
de sus nuevos desvaríos.
Balbuceando marcha a casa
aguantando como puede,
y preguntando ¿Qué os pasa?
a los arboles y a las paredes.
Los domingos por la tarde
de su “muerte” se despierta,
con el sueño en la quimera
y la amargura en su puerta.
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