COMO OLVIDARTE, CORAZÓN
El brillo de
tus ojos
sonrojaba
mis mejillas,
hasta que un
día eché el cerrojo
a mis numerosas zancadillas.
A tus labios
de color grana
y a tu alma
bella y precisa
les gustaron
tanto mis ganas
que se
citaron para comer sin prisa.
¡Mujer que
marcaste mi vida!
le ocultaré
a quien me recoja
el lugar
donde se encuentra mi herida
y el tiempo
que allí te alojas.
Aun se
altera mi aliento
cuando te
beso al soñar,
aun te sueño
despierto
por sentirte
en ese lugar.
Mi vida no
se desboca
desde
nuestros días de feria,
y la muerte
duda
si acierta o
se equivoca,
rondando por
mis arterias.
Son tiempos
de vivir de rentas,
de faltar a
la verdad,
y de tener a
la farsa contenta
para cubrir
la necesidad
de quien
ahora me regenta.
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