LA SOLEDAD DEL FUSILADO
En el campo
de batalla
te perdiste
de tu tropa,
y sin saber
ponerte a raya
te atraparon
a quemarropa.
Eres hecho
prisionero,
y tu
libertad se cancela,
hasta que
“cantes” primero
o después de
anunciar tu esquela.
En una
mazmorra aislado,
ya piensas
en ese momento
en que serás
olvidado
tras el
pelotón de fusilamiento.
Camión que
vas al alba
con un solo
viajero,
lo arrojas
en el monte de las malvas
a los pies
de su viejo sendero.
Desfilarás
hasta el muro
del que de su suelo recogerán
los despojos
del homenaje
que las
armas te rendirán.
Se vence o se
es vencido,
esta vez te tocó perder,
y tu ángel
de la guarda
no estuvo al
amanecer.
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