A TI, LECTOR
¡Venga!,
dime ya de una vez
eso que por
mi tú sientes,
ahora que me
tienes delante
y yo te
tengo de frente.
Si, ¡tú!
tú que me
estás leyendo
y agarrando
por la cintura,
si son tus
ojos mi fuego
y tú pasión
mi lectura.
¿A qué
esperas para hablar?
ahora
estamos los dos solos,
¿no me dirás
lo de siempre?
que vas a la
página siguiente.
¡Ya está
bien de cobardía
y perder
contigo el tiempo!,
con alguna
página anterior
¿tendrás más
atrevimiento?.
No podrás
estar sin leerme
y volverás
por aquí,
con las
orejas agachadas
por culpa de
un maniquí.
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