Abro los ojos
Como muchas madrugadas.
Siento el silencio
Como magia cotidiana.
¡Ay! Amor, rozo levemente
Tus labios dormidos,
Acaricio tu pelo corto,
Y veo en tu rostro
Todo el resplandor
Que te dan las estrellas
Al entrar en la habitación.
Sé que en tus sueños
Mis caricias
Y tus besos sin descanso
Se despiertan cada noche,
Y nunca se ponen freno.
Te recorro despacio
En la luz de medianoche,
Envuelvo tu cuerpo
Con las sábanas ardientes
De mi amor deseado,
Y poco a poco
Se duerme mi cuerpo.
Con los ojos entreabiertos
Miro el reloj
Que tanto daño nos hace,
Y al mismo tiempo pedía
Que al nacer la luz del día
Se encontrase solución
A esta fuerza,
Esta pasión,
A la piel que estremecía.
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