jueves, 17 de enero de 2013


INFANCIA EN ZAFRILLA
Por los rincones de nuestro pueblo,
Pequeño y con calles empinadas,
Guardamos los recuerdos
De una niñez sin pausas.
A la alborada nos levantaban,
A la calle bajábamos en pijama
A corretear, a ver el amanecer.
Apenas había gente despierta,
Solo los primeros rayos de sol
Que hacían brillar los balcones
De nuestra plaza desierta.
Pocos días de colegio
En aquellos años tan tempranos,
Donde ayudábamos a nuestros padres,
Donde tanto trabajamos
En sus tareas cotidianas.
Calentábamos el frio
Como todas las mañanas,
Con el pasear del ganado
Y con la labranza.
Siempre había tiempo para el juego,
Nuestras ilusiones,
Nuestros sueños tan campantes.
Nos perdíamos junto al rio,
Donde estaban los chopos de nuestros padres
Que tanto miedo tenían al hacha amenazante.
Veíamos a los pastores
Subiendo las colinas
Por los senderos y pedregales,
Por la soledad.
Ya,  al atardecer volvíamos al pueblo,
Y disfrutábamos de las pocas horas
Que el día aún nos debía.
Cuando llegábamos,
Nuestros amigos ya nos esperaban
Los que antes regresaban.
Desatábamos nuestras locuras,
Corríamos como posesos
Y los vecinos protestaban.
Al llegar la noche
Nuestros padres
A voces nos llamaban,
Acudíamos enseguida
Y al fuego nos acercaban,
Y ahí se acabó el día.
Este es nuestro pueblo,
Una sencilla maravilla
De nuestra serranía.
Esto es ¡Zafrilla!.

 
DIFERENCIAS SOCIALES, PERO IGUALES
Un joven de buena cuna,
Buenos estudios y fortuna,
Reglas, comportamientos,
Prejuicios, privilegios,
Amistades de su nivel,
Le convertían en siervo y en rehén.
Ya se encargaban sus padres
De inducir en él
Las normas de esta ley.
El joven no era ignorante,
Era muy inteligente,
Y no quería que con tantos principios
Caer, como sus padres, al fondo del precipicio.
Decidió ser libre, y abrir sus sentidos,
Encarar la vida y marcar su destino.
Se marchó a otro lugar
Dejando familia y amigos atrás.
Nunca se sintió diferente
Del resto de la gente,
Encontró nuevas amistades
Que le quitaron el antifaz
Que ocultaba su ceguera,
Y es cuando vio que el mundo
Rodaba más feliz en esta acera.
Por las mañanas,
Antes de ir a su oficina,
Tenía costumbre de tomar café
En el bar de la esquina
Donde bien le conocían.
Un día entabló conversación
Con la que en el futuro
Sería su amor, el amor de su vida,
Una joven sencilla y bella
Que poco a poco conquistó su corazón.
El sabía que a su familia no gustaría,
Pero ya le era indiferente.
Acunaron ese amor
Para que creciera sin temor
A lo que diga la gente,
Que vieran el valor
De un amor tan diferente,
Que al final llegó a la orilla,
Y hasta el mundo se arrodilla
Ante el secreto, que ya es flor,
Y por siempre maravilla.

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